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La historia de Anselmo

Cuando Rosa llegó a la AFC en mayo, su sobrino, Anselmo, tenía dificultades en su escuela secundaria pública de la ciudad de Nueva York. Anselmo, un tímido joven de 17 años de habla hispana que recientemente inmigró de Ecuador, es parcialmente ciego y tiene una discapacidad auditiva, y leía a un nivel de segundo grado. A pesar de todos estos factores, Anselmo había sido colocado en un salón de clases de décimo grado donde solo se impartía inglés y sin el nivel de apoyo que necesitaba para participar de manera efectiva. Cuando Anselmo, comprensiblemente, tuvo dificultades, el DOE determinó que debía ser ubicado en el Distrito 75, un distrito escolar separado destinado a estudiantes con necesidades graves que requieren un apoyo más intensivo. Aunque Anselmo ciertamente necesitaba más apoyo del que le brindaba su clase actual, su defensor del caso de la AFC le informó a Rosa que había otras opciones que no requerían un nivel tan alto de segregación de sus compañeros no discapacitados.

AFC comenzó a trabajar con Rosa y Anselmo para localizar un salón de clases apropiado, donde pudiera obtener la educación especial y el apoyo lingüístico que necesitaba. Sabiendo que podría llevar algún tiempo identificar una clase que pudiera apoyar plenamente a Anselmo, contratamos a un asistente docente de habla hispana para que, mientras tanto, pudiera participar mejor en su clase actual.

En el otoño, encontramos una escuela con el entorno adecuado para Anselmo y ayudamos a superar algunos obstáculos burocráticos para asegurarnos de que estuviera matriculado. Estamos encantados de informar que Anselmo ahora asiste a la escuela en el entorno adecuado: una clase pequeña y bilingüe con un maestro de educación especial y apoyo en el idioma español, y le está yendo bien. Lamentablemente, lo que experimentaron Rosa y Anselmo no es raro para los estudiantes y las familias recién llegados, quienes pueden no estar familiarizados con sus derechos y las opciones disponibles para ellos. Sin el apoyo de un defensor, estos estudiantes a veces se ven obligados a luchar en aulas que no son apropiadas para sus necesidades de aprendizaje.

Anselmo está mucho más feliz en su nueva escuela y estoy agradecido por la ayuda de la AFC. Sin mi defensor de la AFC, ni siquiera habría sabido que había programas disponibles para estudiantes como Anselmo”.

Rosa, tía de Anselmos